En primer lugar está el espacio personal. Es difícil en una biblioteca hacerse con un sitio preferente. Los primeros días siempre maldices a todos los que dejan sus libros en las mesas durante dos horas para reservarse el sitio. Pero poco a poco, a medida que tus horas en el recinto van aumentando, te das cuenta de lo que realmente valoras la plaza. Sobre todo a la hora de ir a comer o cenar y a la vuelta ver que algún insensato te está usurpando tu querida mesa... y luego encima escriben encima de ella. Esto provoca que la siguiente vez no te lo pienses dos veces, dejaré los libros sobre la mesa seguro.
Otra cosa que siempre te llama la atención al principio es el uso continuado de la fotocopiadora. Primero piensas que estará estropeada ¿tanto tiempo funcionando? imposible!. Más tarde te vas fijando de la gente que va desfilando hacia ese lugar y vuelven con el doble de hojas de las que tenían a la ida... pero tranquilo, tarde o temprano te llegará el turno. Aparecerá la típica persona de clase con esas hojas de ejercicios maravillosos que nadie tiene y nadie sabe de dónde los sacó... esa será tu hora para hacer una visita a esa gran máquina.
También te das cuenta de que por tus oídos llegan continuamente frases repetitivas y falsas promesas que nunca se cumplirán:
- ¿Me dejas eso para fotocopiar?
- Si quieres mañana te traigo mis apuntes de Mate del año pasado, están genial.
- ¿Qué estudias? ... Ah!, pues haz buenos apuntes que el año que viene tengo esa asignatura! (seguido de risa falsa)
- ¿Esto cae?
- ¿Sabes algo de integrales?
- ¿Sabes algo?
- ¿Quieres que te explique?
Pero hay algo que nunca soportaré dentro de una biblioteca, la falta se silencio!!!! así que: SHHHHHHHHHHHHHHHH por favor!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario